De vegades la vida pot ser molt divertida, juganera i misteriosa. Aquesta setmana he estat objecte d’una d’aquestes coincidències estranyes que es donen molt de tant en tant.
Fa dos anys vaig escriure un conte que va ser publicat en un recull titulat “Que no torni i altres contes” editat per Cossetània. En el conte “Una altra carta” s’hi narraven els mal de caps que patien els habitants d’un petit poble d’EEUU anomenat Brooktown quan començaven a rebre cartes misterioses sense remitent i amb informacions personals. També hi apareixia un altre poble anomenat Pithbourgh.
Amb aquesta pinzellada, crec que us podreu fer a la idea del meu astorament, quan el dimecres passat vaig llegir això a La Vanguardia:
“Michael Crowe y Lenka Clayton quieren enviar cartas al mundo entero. O eso cuentan en su blog, Mysterious Letters. Todas escritas a mano, metidas en un sobre y selladas. En tiempos de instantaneidad twittera, estos dos artistas, él residente en Londres, ella en Pittsburg (Pensylvannia, Estados Unidos), vuelven al correo tradicional para, según dicen, fomentar la comunicación entre la gente de un mismo sitio.
Y, al parecer, lo consiguen. En abril de este año, enviaron misivas a todos los hogares de Cushendall, un pueblo de Irlanda. Todas con mensajes cuando menos curiosos, intrigantes y, lo más importante, sin remitente, lo que tuvo a los 467 destinatarios inevitablemente en vilo durante varios días.
En noviembre, repitieron el experimento en Polish Hill (cerca de Pittsburg). 620 cartas misteriosas en las que se podía leer frases personalizadas para cada vecino como: "Felicidades Michael Tolson por todo lo que has conseguido".
Tolson, artista conceptual de profesión, intuyó enseguida que se trataba de un proyecto artístico, pero otros vecinos, según apuntaba él mismo hace unos días a la agencia Associated Press, se preocuparon e incluso asustaron después de leer ciertos mensajes que anunciaban una visita sorpresa, por supuesto, de los desconocidos remitentes.
Crowe y Clayton, ambos de 32 años, escogieron Polish Hill por su reducido tamaño, porque cuando tomaron la decisión de llevar a cabo su proyecto epistolar estaban los dos en Pittsburg y porque el pueblo acoge varios artistas de diferentes disciplinas, con lo que se aseguraban la comprensión de una parte de la población.
Tardaron dos semanas en redactar las 620 epístolas. "Es un absoluto placer pero también es absolutamente difícil. Las cartas más crípticas son las que nos salen después de 10 horas de escritura o justo al principio del trabajo", cuentan.
"Somos conscientes de que los escritos no van a gustarle a todo el mundo, pero también nos parece interesante que los vecinos los critiquen", afirman los dos artistas.
En los comentarios de su blog, tienen opiniones de todo tipo. Desde los que les recriminan que "tienen mucho tiempo que perder" hasta los que les felicitan por la idea… y el esfuerzo redactor.” Notícia escrita per Anna Solana.
La vida, de vegades, té aquests tocs divertits! Molt bones festes!
